miércoles, 27 de diciembre de 2017

68. El río Rímac, Bravo, Matonesco, Sucio y Maloliente

25 de marzo de 2017

Nuestro Rímac que nos brinda todos los segundos de cada día, el agua de la vida, está convertido por el fenómeno climatológico, El Niño, en un río sucio, encrespado, de aguas turbulentas, de feo aspecto y apariencia desagradable, que pareciera que realiza su camino a la carrera, que nada puede detenerlo por su intención ya establecida de arrasar todo lo que encuentre o quiera cerrar su paso, simplemente está recuperando todo lo suyo.

Mientras su aroma es de suciedad y su aliento es desagradable, sin ser fuerte, es medio ácido, algo cercano a la pichi de conejo, cuando todavía está fresca, que se mete a la fuerza por la nariz y que te quiere llenar la garganta y que botas con fastidio por la boca de sopetón.

Este no es el Rímac que conozco de toda la vida, que mi papá me llevaba a verlo cuando era niño, estación del año en que elevaba su caudal y se decía que estaba medio peligroso. Lo recuerdo con aguas limpias y movimientos serenos, que refrescaba la temperatura y era bullanguero.

Para nada es en este momento el río tranquilo, hablador, que siempre muestra las piedras que mueve y deposita en su lecho, en su rivera.

Es cierto se la han robado.

Después del mediodía crucé el Puente Trujillo, de ida y de vuelta, como si estuviera visitando el distrito limeño del Rímac, quise ver y el sentir pasar sobre el río Rímac, tantas veces lo hice en esta vida. En esta temporada ha generado destrucción en exceso en la Carretera Central, y cada desgracia que realiza se transmite en directo por la TV.

Así pues casi frente a la residencia presidencial que está a la espalda de Palacio de Gobierno, y que le es contigua, el río Rímac, luce una imagen que no es la suya propia, la que todos conocemos. Han de ser cosas de El Niño, que es muy anterior al calentamiento global.






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