Hoy domingo es el día del Señor de la Misericordia, Cristo polaco, cuyo culto estuvo al cuidado del Arzobispo de Cracovia, Karol Józef Wojtyła, desde 1962, quien un tiempo antes de ser elegido Papa en 1978, logró que el culto pudiera realizarse más allá de las fronteras de Polonia, levantando el Papa Paulo VI, las limitaciones anteriores.
El Señor de la Misericordia acompañó el extraordinario, brillante, largo y fructífero pontificado de San Juan Pablo II, un hombre que lograba que masas de seres humanos de casi todos los países se movieran en torno suyo durante la celebración de la Misa y así fue que el culto del Señor de la Misericordia, a pesar que no acompañaba en el altar al Vicario de Cristo, se extendió por el todo el mundo católico y así ha sido que esta imagen se ha convertido en la más popular y conocida de Cristo, nuestro Señor.
Recuerdo que en la Misa de la Familia que celebró San Juan Pablo II en el Hipódromo de Monterrico, el primer domingo de febrero de 1985, cuya crónica redacté para el diario Hoy, por lo menos un millón de peruanos aguardó horas de horas a que llegara el Santo Padre de Ayacucho y de Cusco, visitas previas de ese día con sus respectivas masas y Misas.
Recuerdo que en la espera, tuve la posibilidad de moverme con absoluta libertad en la Pelouse en el área reservada que estaba frente al estrado papal y llegué a tocarlo, era más alto que un enorme edificio.
La canción que la gente en su espera cantaba y cantaba, una y otra vez y que a través de los altoparlantes se anunciaba que era la canción que le gustaba al Papa, era "Señor Me has Mirado A Los Ojos" o Pescador de Hombres. En eso de pronto apareció el papamovil y la gente dejó de cantar y de rezar, para vivarlo con todas sus fuerzas.
Este culto al Señor de la Misericordia ha tenido en San Juan Pablo II, el gran protector y difusor de su culto, y la festividad está incluida oficialmente en el santoral de la Iglesia Católica y se celebra en todo el mundo en el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección.
Monseñor Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio SJ, Arzobispo de Arequipa fue la primera persona que me habló del culto del Señor de la Misericordia, muy de casualidad, era el segundo semestre de 1984 y estaba en Arequipa con un grupo de periodistas que habíamos asistido a la inauguración de obras en el Puerto de Matarani y un grupo de ellos le pidió una entrevista a monseñor.
En eso todos decidimos ir a una picantería a almorzar y los comprometidos se olvidaron de la entrevista con excepción de un muy buen amigo mío, hemos sido compañeros de trabajo, nos encontramos en esta vida en tres redacciones de medios distintos a través del tiempo, pero para este caso era evangélico, y cuando ya se iba para el arzobispado, me dijo que iba a entrevistar a monseñor sobre los preparativos para la visita del Papa, que en el tiempo se realizó medio año después. No tuve otra opción que ir a entrevistar a monseñor, por más amigo mío que fuera el periodista, no podía dejar a monseñor en manos exclusivas de un evangélico.
Le publiqué dos páginas, sobre el Papa y de Sor Ángeles de Monteagudo, que fue beatificada por San Juan Pablo II. Mi amigo no publicó nada y monseñor me tuvo para siempre como un buen amigo, le encantó mi trabajo.
Pero en la entrevista solamente le interesaba hablarme de la Virgen Negra de Cracovia y del Señor de la Misericordia, ya que iba a hacer un viaje a Polonia para profundizar sus conocimientos sobre el pensamiento del Santo Padre. La vida es así, en ese momento no comprendí la trascendencia de este culto religioso, pero siempre llega el momento en que ya comprendes sin problema alguno.
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