lunes, 11 de septiembre de 2017

13. PISHTACOS: UN PSICOSOCIAL QUE SE DESVANECIÓ MUY RÁPIDO

2 de diciembre de 2016

Fernando sabe que ya escribió antes varias veces de los Pishtacos, y que la gente olvida, porque es una creencia popular, falsa y maligna, que yace inmemorialmente en el subconsciente de nuestro pueblo, en Tingo María una empleada estatal casi fue linchada acusada de ser Pishtaco, en Sicaya, Cusco, la violencia antipishtaco ha sido silenciada por la prensa, y ahorita nadie explica el improntus violentista que surgió ayer en Huaycán, barrio del distrito limeño de Ate, en el que murió una mujer, con mucha destrucción de la propiedad y enfrentamiento a la policía. Existe temor que historias similares y relacionadas, estén surgiendo en otras partes del país.

El Pishtaco, de acuerdo a la creencia popular, es un asesino serial que mata para apoderarse del cadáver de su víctima, ya el pueblo, le otorga una explicación, frente al hecho cierto que no existen cadáveres, ni desaparecidos.

Solamente se cree que el cuerpo humano tiene algo de valioso para obtener ganancias enormes, convirtiéndose en una industria secreta generadora de dinero, protegida por las autoridades.
Entonces es el pueblo que tiene que acabar con el o los Pishtaco, de acuerdo a esta creencia popular, que explica a través del tiempo estallidos inexplicables de violencia y linchamientos, como un hecho de autodefensa popular, es que solamente explica lo de ayer en Huaycán, ante el rumor falso de que presuntos Pishtacos fueron detenidos y liberados por la policía.

El Pishtaco es en estos tiempos un traficante de órganos internos del ser humano, que en esta historia de la creencia popular, secuestra personas para extraer sus órganos y venderlos. Pero de a verdad creen que se roban niños para mandarlos al extranjero para que allá en tierras lejanas, los descuarticen y se puedan usar sus órganos en trasplantes.

Antes, bastante antes, en oportunidades diferentes, Fernando conversó, con gente de provincia, en su propia tierra, convencida de la existencia de Pishtacos y estas historias surgen cuando un sector del pueblo se siente y se convence que ya no le interesa a las autoridades y que se encuentra absolutamente desprotegido en todo lo concerniente al desarrollo de sus vidas, en ese desamparo que viven, en ese vacío emocional que los agobia, creen que ya ni su cuerpo, ni los cuerpos de los miembros de su familia están protegidos y entonces se forman conatos de violencia, ante la creencia que los están matando.

Cuando de verdad no se ha matado a nadie y el cuerpo de por lo menos una persona ha desaparecido.
Hay gente que se convence absolutamente que ellos al Estado, el gobierno, las autoridades, no les interesan nada de nada, y entonces surgen estas historias del subconsciente popular, en torno al Pishtaco.

Fernando te puede asegurar que todo esto es cíclico en nuestro país y se presenta solamente cuando el desánimo y la impotencia domina, a quienes la historia del Perú señala como los conquistados, es decir los descendientes del imperio de los Incas o Tawantinsuyo o la etapa final del antiguo Perú, frente a los conquistadores, es decir los conquistadores españoles comandados por Francisco Pizarro, el marqués gobernador, sucedido por los virreyes y estos, por los Presidentes de la República.

No parece que estemos cerca a superar el tema de conquistados y de conquistadores. La leyenda del Pishtaco, recuerda Fernando, de artículos suyos muy antiguos, que no tiene a la mano, surgió en los tiempos de los Incas de Vilcabamba, de la resistencia a la conquista, que eran los señores de Machu Picchu, Wiñay Huayna, Lucma y Choquequira, y que culminó con el inca Sayri Túpac quien firmó la paz, en 1560 y el surgimiento inmediato de la revolución del primer Túpac Amaru.

El foráneo, viajero desconocido, que la población nativa no sabe quién es, ni para qué sirve y para qué tienen que verlo, al que no tardan en achacar todo lo malo, deciden apresarlo, le pegan hasta casi matarlo y lo entregan finalmente a las autoridades y de esta práctica usual en los Andes, surgen mitos y leyendas, de que la grasa del cuerpo humano es buena para fabricar metales, en especial campanas de iglesia.

Fernando te dice que cada veinte años surgen historias de Pishtacos, pero que nunca escuchó lo que Wikipedia pone que son caníbales, no los llama así, pero si señala que a sus víctimas los hacen chicharrón, para comerlo, son caníbales. Eso expone Wikipedia y es cierto que la creencia popular cambia detalles y crea nuevas situaciones.

Fernando está convencido que el tema del Pishtaco obliga al gobierno a acercarse a los sectores populares y a tratar de saber qué es lo que está pasando porque no se puede quedar con las manos cruzadas y mucho menos pintado en la pared. Existe pues un verdadero mar de fondo detrás de este súbito renacimiento del Pishtaco.



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